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Greta Thunberg, el futuro que nos mira a los ojos

Que una adolescente de 16 años, sola, haya sido capaz de poner el cambio climático en la agenda de políticos y en primera plana de medios de todo el mundo es una noticia esperanzadora. Que, además, su ejemplo haya prendido en jóvenes de todo el mundo que se han unido a su huelga escolar por el cambio climático es algo que nos indica que, quizá, no todo está perdido. Esa joven, esos jóvenes, son un espejo al que no tenemos más remedio que enfrentarnos, un espejo que muestra de forma inexorable el rostro de quienes, por activa o por pasiva, les estamos robando el mundo que merecen y al que tienen todo el derecho. Esa chica es sueca, se llama Greta, tiene síndrome de Asperger y, sin el apoyo de nadie, se declaró en huelga escolar para ir a protestar en horas de clase frente al parlamento de su país con un simple cartel pintado a mano que decía: “Huelga escolar por el clima” Empezó a hacerlo a finales de agosto del año pasado con motivo de la campaña electoral que se vivía en Suecia. Una vez realizadas las elecciones, ella siguió con su huelga y su protesta frente al parlamento sueco todos los viernes, y lo seguirá haciendo hasta que los políticos tomen medidas concretas para solucionar el mayor problema al que se enfrenta la humanidad y que nos empeñamos en no abordar. Greta colgó en redes sociales imágenes de su protesta, imágenes que pronto prendieron la mecha de muchos otros jóvenes en todo el mundo. Que una niña, porque prácticamente es lo que es, sola, tuviera esa determinación llamó la atención de los medios de comunicación que acudieron a interesarse por su acción. Les sorprendió la determinación que tenía y la coherencia de lo que decía con lo que vivía: es vegana, no toma aviones, cuida el medio ambiente, y ha hecho que su familia también adopte ese modo de vida. No hay ninguna grieta entre lo que dice y lo que hace. No hay ninguna fisura en su potente discurso. No hay ninguna duda de que mantendrá su protesta hasta conseguir sus objetivos porque, como ella dice cuando le preguntan, la cuestión no es cuándo acabaré mi protesta sino cuándo empezarán los políticos a hacer algo para frenar el calentamiento global e invertir la tendencia que nos lleva a la destrucción del planeta. Greta ha sufrido ataques personales que la califican de marioneta al servicio de no se sabe qué oscuros intereses, de ella han dicho que ha sido manipulada por sus padres, e incluso han llegado a decir que podría ser una “espía rusa”, y, cómo no, los políticos de los grupos popular, liberal y de extrema derecha en el parlamento europeo han prohibido que hable a la cámara diciendo que lo que tiene que hacer es ir al colegio y dejarse de protestas.

Pero Greta no ha caído en esas fake news y provocaciones y su respuesta ha sido tremendamente pausada y razonada: “Quienes dicen esas cosas solo pretenden desviar el foco de atención para no tratar el tema que de verdad importa: el cambio climático” Como también lo ha sido la que ha dado a los políticos que han dicho que no querían hablar con ella ni con los miles de jóvenes que la siguen en todo el mundo: “No pasa nada, nosotros tampoco queremos hablar con ellos, lo que queremos es que los políticos hablen con los científicos que llevan décadas advirtiendo inútilmente de lo que nosotros estamos diciendo”

El ejemplo de Greta ha llegado a jóvenes de todo el mundo que se han unido a su huelga escolar por el clima. Bélgica es uno de los países en los que se han mostrado más activos y donde ha aparecido otra líder, Anuna de Wever, de 17 años, que, con un discurso muy similar al de Greta, encabeza uno de los movimientos más importantes que ha vivido ese país y que ha provocado ya la dimisión de la ministra de medio ambiente. No es casualidad que hayan tenido que ser precisamente dos chicas quienes hayan dado el primer paso y abanderen un movimiento no ya necesario, sino imprescindible como éste.

Reino Unido, Francia, Alemania, Estados Unidos, Australia o Suiza fueron los primeros países donde prendió la llama de esta protesta. Aquí también ha llegado. Entró por Girona y Barcelona donde jóvenes estudiantes se unieron en esta campaña de desobediencia civil que está resultando imparable. El viernes pasado realizaron una sentada frente al Congreso y el 15 de marzo se unirán en una huelga multitudinaria a escala mundial que han convocado las diferentes plataformas y movimientos que se han unido en esta protesta que bajo el lema Fridays For Future ha hecho que miles de estudiantes en todo el mundo falten a clase todos los viernes para ir a protestar frente a sus respectivos parlamentos para exigir acción climática a los políticos.

Estas son las palabras que Greta dijo a finales del año pasado ante la cumbre del clima de Naciones Unidas: “Mi nombre es Greta Thunberg. Tengo 15 años. Soy de Suecia. Hablo en nombre de Climate Justice Now (…) Ustedes solo hablan del crecimiento económico verde y eterno, porque tienen demasiado miedo de ser impopulares. Solo hablan sobre seguir adelante con las mismas malas ideas que nos metieron en este desastre, incluso cuando lo único sensato que pueden hacer es poner el freno de emergencia. No son lo suficientemente maduros para decir las cosas como son. Incluso esa carga nos la dejan a nosotros los niños. Pero a mí no me importa ser popular. Me preocupo por la justicia climática y por el planeta (…) Nuestra biósfera se está sacrificando para que las personas ricas en países como el mío puedan vivir de lujo. Son los sufrimientos de muchos los que pagan por el lujo de unos pocos (…) Ustedes dicen que aman a sus hijos por encima de todo, pero les están robando su futuro ante sus propios ojos (…) Necesitamos mantener los combustibles fósiles en el suelo y debemos centrarnos en la equidad. Y si las soluciones dentro del sistema son tan imposibles de encontrar, tal vez deberíamos cambiar el sistema en sí mismo. No hemos venido aquí a rogar a los líderes mundiales que se preocupen. Nos han ignorado en el pasado y nos volverán a ignorar. Nos hemos quedado sin excusas y nos estamos quedando sin tiempo. Hemos venido aquí para hacerles saber que el cambio está llegando, les guste o no. El verdadero poder pertenece a la gente. Gracias.”

“Si las soluciones dentro del sistema son tan imposibles de encontrar, tal vez deberíamos cambiar el sistema en sí mismo… El verdadero poder pertenece a la gente” Es difícil poder decir más con menos. Los mensajes de Greta, como sus frases, son contundentes y directos, llegan a cualquiera que tenga dos dedos de frente y esté dispuesto a ver la realidad a la que nos enfrentamos: que quizá aún estamos a tiempo, aunque por poco ya, de evitar la peor catástrofe que ha vivido este planeta y que puede dar al traste con todo lo que conocemos. Los científicos llevan décadas avisándonos de que tenemos que reaccionar, nos advierten de que nos enfrentamos a un fenómeno de dimensiones desconocidas que, una vez iniciado, ya no tendrá vuelta atrás, una y mil veces nos han avisado de que todavía estamos a tiempo, si actuamos rápido y decididamente, de evitarlo… Pero nuestros políticos, elegidos por nosotros, y eso es lo más grave, no han querido escuchar. Han negado la evidencia o se han contentado con poner paños calientes que, en el mejor de los casos, solo retrasarán la debacle. Perece que nos empeñamos en no querer ver la realidad, en no admitir la evidencia. Que tengamos una visión temporal que no sobrepasa nuestro horizonte de vida contribuye a que nos dejemos cegar por nuestros problemas para llegar a fin de mes, por esa absurda y peligrosa querencia que tenemos a pensar que es un problema muy complejo que deben solucionar los políticos o por las falsas promesas que queremos escuchar de que lo solucionarán.
El cambio climático es responsabilidad de todos y cada uno de los seres que habitamos este planeta. A nuestra pequeña escala también podemos contribuir utilizando el transporte público, consumiendo productos de cercanía, disminuyendo o eliminando la carne de nuestra dieta, hablándolo con nuestros familiares, amigos o vecinos, votando a partidos que se comprometan de verdad a actuar… Son muchas las cosas que podemos, y debemos hacer. Abrir los ojos y mirar de frente al problema es la primera. Cuestionarnos por qué los informativos nos dan imágenes de bañistas en la playa en febrero como si fuera algo positivo porque atraerá a más turistas que consolidarán nuestro imparable crecimiento, en lugar contarnos que en realidad esa imagen no es más que un síntoma de que cada día estamos más cerca del punto de no retorno del cambio climático.

Greta es un verdadero ejemplo porque lo tiene muy claro: ella renuncia a dar charlas y conferencias en medio mundo porque para desplazarse tendría que coger un avión, el medio de transporte mas contaminante. A Davos y Polonia, donde habló ante los gerifaltes del mundo, se desplazó en tren desde Suecia. Su madre, reputada cantante de ópera, siguiendo el ejemplo de su hija, ha renunciado a dar conciertos y recitales que la obligaran a coger un avión. En su casa ya nadie come alimento de origen animal porque son los que más contaminan el medio ambiente. Es toda una lección de generosidad y filosofía de vida ya que no solo lo hacen por su propia salud, sino para preservar la de nuestro planeta.

Soy, o me empeño en ser, optimista por naturaleza y que sean ahora Greta y miles y miles de jóvenes quienes nos miren a los ojos para decirnos que no quieren que les robemos su futuro quizá pueda convencernos y conseguir lo que los científicos no han conseguido durante décadas. Solo de nosotras y nosotros depende. Sin duda voy a apoyar en todo lo que pueda esta llama que acaba de encenderse y que puede curar nuestra ceguera.

 

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