Nada más bello, fascinante y aterrador que enfrentarte a la realidad de una mujer absolutamente libre, que asistir en su propia casa a los que ella sabe serán los últimos momentos de su vida, una vida que le ha dado malas cartas pero que ha jugado con toda la pasión y la fuerza que anidan en ella. Un verdadero canto a la libertad, al amor, al teatro y a la vida. Eso es lo que nos ofrece el formidable trabajo que Arantxa de Juan ha hecho para traernos de nuevo a la vida a esa mujer irrepetible que fue Anna Magnani. Consciente de que quizá no salga del quirófano que la espera en esos últimos momentos, ella decide apurarlos hasta el último trago esperando la llegada de lo que más ama: su hijo Luca, un joven al que la polio marcaría desde niño y al que ella cuidó en alma, que no en cuerpo, pues para conseguir el dinero suficiente para pagar el tratamiento de su hijo en una clínica privada en Suiza donde estuvo internado desde que tenía poco más de un año hasta los quince, nunca pudo dejar de trabajar. El trabajo, que ella amaba como pocas, fue la cadena que le impidió estar cerca de su hijo durante todos aquellos años, una condena de ausencia que, aunque no lo quisieran, les distanciaría para siempre. La Magnani lo dio todo por su hijo y por los hombres a los que amó. Siempre supo que, más que ser amada, lo importante era amar. El amor de su público la ayudó a soportar el dolor que le causaron sus amores no correspondidos. La suya fue una vida dura y llena de constantes sinsabores y desgracias que, lejos de amedrentarla, la impulsaron a disfrutar sin límite del aquí y el ahora que le tocó vivir. Pocas han amado tanto como ella, pocas, muy pocas, han sido tan libres como ella.
El trabajo que Arantxa de Juan ha hecho con la Magnani no se limita a haber estudiado su vida y a haber escrito e interpretado un espléndido monólogo sobre ella. Arantxa es Magnani, una Magnani abierta en canal que se desnuda ante nosotros, atónitos voyeurs de sus últimas horas, esas horas que, en la intimidad de su casa y desde el silencio de la espera, pasa recordando todos esos momentos que marcaron su vida: amores y desamores, unánime reconocimiento de su grandeza como actriz, su trabajo con los más grandes, el inesperado Oscar que ganó rodando en inglés sin siquiera saberlo hablar, desesperada huida de cuervos y paparazis que la asediaron continuamente, incansable búsqueda de ese amor que ella daba… Tres años de intenso trabajo y soledad han llevado a Arantxa a encarnarse en el espíritu de ese ser irrepetible al que la vida le enseño pronto su lado más oscuro. Y lo hace desde la profundidad de un texto soberbio, hipnotizante, un texto que nos lleva de la risa a la lágrima con la misma facilidad que llevó a la Magnani a sobrevivir en un mundo que no estaba preparado para un ser tan libre y apasionado como ella. Y también lo hace desde la intimidad de su propia casa, una casa que bien podría haber sido la de la Magnani, esa casa que tantas cosas la vio vivir, esa casa ubicada en la única calle de Madrid que podía darle nombre: Desengaño. Y, mientras, nosotros, ahí, boquiabiertos ante lo que pasa ante nuestros ojos, callados espectadores de una tragedia que intuimos que acabará con la vida de una mujer que se atrevió a ser libre y a amar. Arantxa no representa el texto, deja que la Magnani entre en ella cada noche, en las paredes de su propia casa, para desnudar su alma ante nosotros. Como ella bien dice, lo que hace no es teatro, sino una experiencia teatral porque eso es lo que es MAGNANI APERTA, una experiencia teatral que tienes que vivir a la distancia de un abrazo, ese que deseas dar con todas tus fuerzas a la Magnani/De Juan que te regala los últimos momentos de su vida.
Acostumbrados a ver teatro desde una platea, a sentirlo incluso en esos microespacios donde actualmente se refugia de las inclemencias de una política que desprecia la cultura y el hecho creativo, a compartir ese hecho mágico e irrepetible con unos cuantos privilegiados espectadores más, sumergirte en el universo de MAGNANI APERTA, vivirlo, formar parte de él, es una experiencia que te llega a lo más hondo, a ese espejo del que no puedes huir que refleja lo lejos que siempre has estado de la verdadera libertad aunque lleves tanto tiempo creyendo la falacia de que eras libre. Hay que ser valiente, muy valiente, para vivir la vida como lo hizo la Magnani, y hay que ser valiente, muy valiente, para encarnarla cada noche en tu propia casa frente a unos desconocidos a los que tu inmensa generosidad te lleva a regalarles todo lo que eres.
Si quieres vivir esta experiencia teatral, si de verdad quieres entender y sentir lo que es el verdadero teatro, no te pierdas MAGNANI APERTA. Puedes reservar tus entradas en su página web https://magnaniaperta.com
Todas las entradas hasta el 1 de junio están ya agotadas, pero MAGNANI APERTA volverá para acudir a esa cita que, quizá sin siquiera saberlo, tienes con ella. No la hagas esperar. Ni tú ni ella os lo merecéis.